El robo de metales en Rafaela es una de las modalidades delictivas que más ha crecido en el último tiempo, afectando tanto a instituciones públicas como privadas y vecinos en general. La sustracción de cables, bronce y aluminio, entre otros, genera un mercado altamente rentable y un perjuicio millonario para quienes lo padecen.
Sin embargo, en la jornada de este miércoles, investigadores del Departamento Compleja 5 de la PDI asestaron un duro golpe al negocio y neutralizaron una cadena de comercialización importante, con la identificación de un reducidor de metales que operaba de manera clandestina en el norte de la ciudad.
Junto a él, los agentes secuestraron un importante alijo de metales, municiones, cerca de 300.000 pesos y una unidad de almacenamiento de imágenes de una cámara de seguridad, que podría revelar la identidad de otros eslabones de la cadena vinculada al robo de metales en Rafaela.
Un teléfono robado, la punta del ovillo
El procedimiento que terminó en la caída de la chacharita ilegal comenzó con el robo de un teléfono celular, en abril del 2023. En esa fecha, una vecina se ausento de su domicilio y al regresar, desconocidos le habían sustraído un teléfono celular y un parlante portátil.
El robo motorizó la intervención de la PDI y la concreción de varias pesquisas que permitieron realizar una requisa en una vivida de calle Erasmo Poggi al 1800, en bo. Güemes. Allí, el propietario entregó voluntariamente el teléfono y, a su vez, aportó el perfil de Facebook del usuario que se lo había vendido.
Ese dato, junto a tareas de campo y búsqueda en bases de datos, se terminó comprobando la identidad del vendedor y su posible domicilio, siendo identificado como A.A.O, afincado en barrio Monseñor Zazpe.
Afuera, hacían cola. Adentro, reducían y pagaban
Con el nombre y domicilio del sospechoso, los detectives cumplieron con dos mandatos legales. Uno de ellos fue en calle Francia al 2500 y otro en F. Signore 1400 aproximadamente. Siempre investigando la pista del robo de un celular. Pero lo que encontraron cambió todo.
Haciendo cola. Así encontraron los agentes a dos personas, esperando su “turno” para vender metales que llevaban. En el interior, una persona identificada como O.J.A., tenía como oficio la reducción de metales. Incluso al momento de la entrada de los uniformados, se encontraba realizando el pesaje de los mismos.
Picaportes, cerraduras, canillas, cobre, bronce, plomo y hasta una llantea de una motocicleta había en el lugar. Pero no solo eso, también se incautaron 290 mil pesos que no pudo justificar y seis balas calibre 9mm.
La joya de la corona fue una unidad de almacenamiento de imágenes de las cámaras de seguridad instaladas en el lugar que podría contener registros fílmicos con la identidad de otros eslabones del negocio marginal generado alrededor de la venta de metales.
Fuentes que conocieron los pormenores del operativo, consultadas por Rafaela Noticias, indicaron que, además, los procedimientos se llevaron a cabo bajo una lluvia de piedras, provenientes de patios linderos, que buscaban entorpecer el accionar policial.
Todo quedó en manos de la Fiscalía de Rafaela, que ordenó diversas diligencias, por lo que no es de extrañarse novedades en este caso.
