La inseguridad en Rafaela no es cosa de ahora. Poco se puede escribir que sea nuevo. Sin embargo, siempre aparecen particularidades que merecen atención. Si bien Rafaela Noticias no se dedica a generar artículos de opinión (porque insumen tiempo y nuestro trabajo siempre nos lleva a estar en la calle, cerca de los vecinos y vecinas –que es donde nos gusta estar-), hay sucesos que nos obligan a cambiar nuestra rutina. Eso nos pasó este viernes por la mañana, cuando cubríamos en barrio El Bosque, uno de los tantos hechos contra la propiedad que se registraron.
La calle L. Marchini fue renovada completamente hace pocos años. El pavimento y la colocación de luminarias LED hicieron que cobrara una mayor jerarquía, invitando a comerciantes a instalar su local allí. Pero, tristemente, la falta de patrullaje en la zona hizo que esa mayor visibilidad sea un imán para los delincuentes, que campan a sus anchas por el lugar: No es una apreciación personal, es lo que se vive a diario según quienes están allí todos los días.
“Estamos cansados, siempre roban y nunca vemos un patrullero: ni de la GUR ni de la policía” dijo un vecino a este periodista. Sus palabras no fueron aisladas. Una comerciante nos reconoció y enseguida se sumó a la charla, relatando lo mismo. “Al kiosco de la otra esquina le robaron 4 veces, a nosotros dos; ahora le tocó a la librería. Estamos cansados” dijo con un tono casi de angustia una de las chicas que trabaja en uno de los locales.
“¿Hay cámaras de monitoreo acá?” pregunté: “No”, fue la respuesta categórica de un vecino que se sumó a la conversa. “Ni siquiera sabemos a qué Comisaría pertenecemos, porque nunca están. Ni la Policía ni la GUR”.
Mientras charlábamos, pasaba un patrullero, pero llegaba sólo a tomar la denuncia del robo sufrido en la librería esta madrugada. Mis interlocutores lo miraban, casi con desesperanza, sabiendo que pronto se irá y quedarán desamparados nuevamente. Nada se le puede achacar a los agentes, ellos sólo cumplen órdenes.
“Queremos más seguridad, más patrullaje o algo. Porque estamos cansados” nos dijo uno de los comerciantes mientras nos despedíamos y cada uno volvía a su rutina habitual.
Si bien algunas cosas de este relato fueron cambiadas y otras omitidas para proteger a quienes se abrieron conmigo, el núcleo central de la protesta está: quienes viven y trabajan en L. Marchini piden seguridad. Tal vez alguno aparezca y diga “no es el único lugar donde pasa”. Es cierto, es una realidad que atraviesa a toda la ciudad. Y, adelantándome a ese llamado telefónico que siempre está: tampoco es algo que se le pueda achacar a tal o cual administración (sea esta local o provincial) porque cada una tiene su granito de responsabilidad.
A modo de conclusión, me obligué a escribir por dos razones: primero, porque fueron los propios comerciantes y vecinos de la zona que me pidieron publicar su reclamo; y segundo, por la tristeza que transmitían en su mirada. Ni enojo ni hartazgo ni nada parecido. Tristeza.
Por ahora me despido. Seguramente nos encontraremos en otro artículo, o en la calle, donde siempre estamos. Bien, mal o con errores, pero siempre en la calle #CercaDeVos.
