Por Marcelo Arias. El domingo pasado, los rafaelinos expresaron su voluntad de cambio en las urnas, dando una contundente victoria al precandidato de Unidos para Cambiar, Leonardo Viotti, que superó por varios cuerpos al oficialista Luis Castellano, después de 32 años de hegemonía justicialista en la ciudad. ¿El electorado mostró su hartazgo y su deseo de renovación?. ¿Qué factores influyeron en este resultado histórico? ¿Qué desafíos enfrentan los candidatos de cara a las elecciones generales del 10 de septiembre?
Es indudable que el contexto nacional, marcado por la crisis en seguridad, económica y social, jugó en contra del oficialismo local, que no supo despegarse de la imagen negativa del gobierno nacional. El desgaste propio de tantos años de gestión, la falta de sentido común en algunos temas como, la inseguridad y la desconexión con las demandas ciudadanas también fueron determinantes para el castigo electoral. El justicialismo deberá hacer una autocrítica profunda y replantear su estrategia si quiere revertir la situación.
Por su parte, Viotti supo capitalizar el descontento popular y presentarse como una opción joven, fresca y cercana a la gente. Con el apoyo de referentes nacionales como Patricia Bullrich, el concejal logró seducir a un amplio espectro de votantes que buscan un cambio de rumbo para la ciudad. Sin embargo, Viotti no debe confiarse ni dormirse en los laureles. Deberá mantener el nivel de movilización y propuestas que mostró en las PASO, y demostrar que está preparado para asumir el desafío de gobernar Rafaela.
Queda un mes para las elecciones generales, y nada está definido aún. Hay un sector importante del electorado que no participó en las PASO, y que podría inclinar la balanza en uno u otro sentido. También hay que tener en cuenta a los votantes en blanco y los que anularon sus votos, que expresaron su disconformidad con las opciones disponibles. ¿Podrán los candidatos convencerlos de que son la mejor alternativa para la ciudad? ¿O se mantendrá la tendencia que se manifestó en las primarias? El futuro de Rafaela está en juego, y los rafaelinos tendrán la última palabra.
