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Locales

Elecciones Rafaela 2023: las cartas están sobre la mesa y la moneda vuela en el aire

Una lectura sobre el último tramo de campaña y el escenario que rodea a las cruciales elecciones del domingo en la ciudad. Las estrategias, las posibilidades, las fortalezas y las debilidades de los candidatos a la Intendencia.
Agrandar imagen Los cuatro aspirantes a la Intendencia.
Los cuatro aspirantes a la Intendencia.
Miguel A. González

Por Miguel A. González

Quedan un puñado de horas para las elecciones generales del domingo, en el que la ciudadanía rafaelina elegirá a su nuevo intendente y a los cinco concejales que renovarán las bancas que se ponen en juego en el poder legislativo. Los resultados de las PASO de julio, donde Leonardo Viotti fue el candidato más votado, marcaron una tendencia clara. Vale recordar los números para ir avizorando el escenario en el que los candidatos llegan al domingo definitivo, el del juego final.

Los números iniciales

El escrutinio definitivo de las PASO arrojó que Viotti recogió 22.233 votos, a los que Unidos para Cambiar Santa Fe sumó otros 2.327 de Ceferino Mondino, lo que totaliza 24.560 votos, contra 16.858 sufragios de Luis Castellano, que fue el único candidato de Juntos Avancemos. Mónica Schmutzler reunió 3.458 sufragios y Lalo Bonino 3.217.

La diferencia entre los votos totales de los dos partidos mayoritarios plantea para el oficialismo la necesidad de una remontada épica: tiene que subir una cuesta de 7.702 votos, algo que sería virtualmente imposible si no fuera por un dato significativo: con un padrón de 82.189 votantes, en las PASO participaron sólo 51.352 votantes, que significan 62,48% del total. Se estima que en las generales participarían cerca del 80% del total del padrón, lo que implica que entre 15 y 17 mil ciudadanos que no concurrieron a votar en las PASO lo harán en las generales. Un cálculo simple obligaría a Castellano a conseguir que lo voten el domingo 10 por lo menos dos de cada tres votantes que no fueron a las urnas en julio. Para Viotti, en cambio, el escenario se presenta mucho más cómodo. Su prioridad es retener el voto de "Unidos...": necesita que todos los votos de Ceferino Mondino se vuelquen a su candidatura. Si lo logra, solamente con hacer pareja la distribución de votos entre los que voten ahora y no lo hayan hecho en las generales le alcanzará para lograr la Intendencia.

¿Cambió algo de julio a septiembre?

La pregunta que todos se hacen desde la madrugada del 17 de julio, cuando el resultado en apariencias abrumador que obtuvo Viotti parecía garantizarle un acceso pavimentado y sin sobresaltos al despacho principal de Moreno 8, es si Castellano podrá dar vuelta la historia. El primer dato duro es el de los números de las PASO. Desde entonces corrió agua bajo el puente. "Pasaron cosas", sintetizaría un expresidente. Y pasaron en el país, en la provincia y en la ciudad. Como Rafaela nunca fue una isla separada de la Argentina, conviene también revisar lo sucedido.

En el país hubo PASO también. Allí hubo un mensaje "antipolítica" que sonó como un cañonazo en toda la Nación. Ganó, y de qué manera, el candidato antisistema. No importaron la racionalidad mayor o menor de las propuestas; la desmesura del extremismo ni la inviabilidad de algunos ejes de campaña. El hartazgo pudo más. Pero no siempre puede más. Javier Milei cargó contra la casta y con eso le bastó, aunque la herramienta principal de su equipaje es la promesa del uso indiscriminado de una motosierra que amenaza cortarle las piernas del sustento y del futuro a millones de sus propios votantes. Carolina Losada exhibió en Santa Fe un desparpajo similar al de Milei, salvando las distancias. La senadora, residente en un country opulento del Norte del conurbano bonaerense, en el que convive con la flor y nata del centralismo porteño, intentó cubrir sus evidentes carencias de contacto con la realidad del territorio con una frase similar a la que utilizan muchos votantes de Milei: "ya probamos con los que supuestamente saben y miren cómo estamos". Pero Milei ganó contra todos en casi todo el país y Losada perdió en toda la provincia en su propia interna. ¿Cuál fue la diferencia en la percepción del ciudadano, si los dos en lo sustancial apenas tienen matices de forma ? Uno representa supuestamente el antisistema. La otra se integró a la "casta".

¿Puede tener el escenario nacional algún impacto en Rafaela? Difícil en lo que hace a los vasos comunicantes entre candidatos. Si alguien espera que el efecto Milei se traslade a Lalo Bonino, que pegó su cara a la del líder libertario ya en las PASO, se equivoca. En el oficialismo local no hay un solo cartel que identifique a los candidatos propios con Sergio Massa. No los hubo en las PASO nacionales, menos ahora. Nadie quiere jugar a la mancha venenosa. Viotti tampoco se desvive por "nacionalizar" la campaña, más bien todo lo contrario. Si se empeñó en reparar los puentes dañados con Maximiliano Pullaro -que tiene todos los boletos comprados para ser el futuro gobernador-, no hizo ningún esfuerzo por "pegarse" a Patricia Bullrich, que ya dos veces le levantó la mano como "futuro intendente" de Rafaela. La campaña de Bullrich se deshilacha a tal punto, luego de haberle ganado a Rodríguez Larreta, que ahora su figura tampoco es atractiva para los candidatos locales que juegan la suya.

Distinto es lo que pasa con el escenario económico posPASO nacionales. Tras el descalabro producido por la devaluación, está claro que la conducción de los asuntos del Estado, sea local, provincial o nacional, requiere atributos especiales. Temple y carácter, sin dudas. ¿Ideas nuevas? Puede ser. No siempre son efectivas. ¿Experiencia? También, pero no siempre alcanza. El vaso siempre está medio vacío: Castellano podría decir "ojo que esta tormenta no permite que el timón lo tome cualquiera". Y Viotti contestaría: "el capitán del Titanic tenía mucha experiencia pero iba siempre derecho y se terminó chocando el iceberg". Y los dos tendrían algo de razón.

¿Hay equipo?

Leonardo Viotti ha madurado respecto a las elecciones que perdió en 2019. No hay duda alguna que es el conductor de su espacio. Su mayor virtud fue conservar su perfil de líder de la oposición. En un escenario polarizado, con pocos candidatos fuertes, encarna a la oposición sin ambigüedades. Y desde hace por lo menos 4 meses ni siquiera es "picante" en su banca, donde oportunidades de echar leña al fuego no le faltaron. Dejó ese rol a Lisandro Mársico y él se reservó el rol de "policía bueno".

En esa estrategia, Viotti eligió cómo pararse ante el electorado. Se irguió sobre los diagnósticos conocidos: la inseguridad, el principal; con algunos condimentos extras. Y en la última etapa de la campaña, un poco para adaptarse al lenguaje anticasta, referenció su idea de un Estado eficiente en el achique de la plantilla política del Ejecutivo municipal, al que ve -y no es el único- como demasiado grande para lo que los tiempos de ajuste exigen.

Lo que es su mayor fortaleza -la opción de cambio que representa para un amplio sector de la comunidad que siente que 32 años de un mismo modelo político es demasiado tiempo- es también su talón de Aquiles. En cualquier mensaje -lo hizo en el debate en el CCIRR, lo repite en las entrevistas con los medios, lo transmite en las reuniones con interlocutores independientes y en especial con el "círculo rojo" rafaelino- Viotti se preocupa por destacar que tiene un equipo que lo respalda. Si lo hace explícito es porque sabe que necesita explicarlo para responder al gran interrogante que se plantean ahora los ciudadanos pensantes, los que meditan el voto sin llevarse por lealtades de sello ni por prejuicios ideológicos: ¿puede Viotti, o en todo caso Unidos para Cambiar Santa Fe, conducir los destinos de un municipio que maneja un presupuesto que el año próximo superará los 20 mil millones de pesos, que tiene más de 1.400 sueldos mensuales que pagar?

"Hay un gran equipo que me respalda", dice el candidato. Hasta ahora, ese gran equipo está en las sombras. No se observan talentos brillantes entre los protagonistas de las fotos que inundan las redes sociales haciendo recorridas por los barrios o mostrándose en eventos con el candidato. Cuidado, son militantes de quienes no se discuten capacidades, valores humanos, ni vocación. Talento es otra cosa. Se habla de la estatura que se requiere para dar la talla en el momento en que la vara se levanta porque la tormenta arrecia.

Los candidatos en el debate del martes.
Los candidatos en el debate del martes.
De nombres y señales

Naturalmente no se pueden exigir nombres propios, pero hay momentos en que la carta de los nombres propios tiene que jugarse, porque es el as que el ciudadano que va a apostar a una promesa necesita para convencerse de que esa apuesta vale la pena. Lo hizo Patricia Bullrich, hace unos días, cuando postuló a Carlos Melconián como su futuro ministro de Economía, a sabiendas que esa es una materia donde trastabilla notoriamente.

Omar Perotti tenía casi la misma edad que Viotti, incluso era más joven, sin experiencia anterior en el Concejo o en el Ejecutivo y resultaba mucho menos conocido cuando se postuló para intendente, en los albores de los '90. Acababa de "caer" un prócer de la política rafaelina, como Rodolfo Muriel. Había una intervención provincial en el municipio y era una certeza que era grande la herencia de desprolijidades para corregir en las áreas administrativas del Estado local. Se votaba el 8 de septiembre de 1991: mañana, 32 años. A Perotti no le decían "pibe", porque ya pintaba una calvicie incipiente en su cuero cabelludo. Su ropaje peronista no ocultaba que era un hijo del "círculo rojo" de personalidades e instituciones influyentes en la ciudad. Pese a todo, dos meses antes de esa elección crucial -había ley de lemas y uno de los sublemas del justicialismo era bendecido por el interventor Fernández, es decir, corría con el caballo del comisario- ya se sabía que su secretario de Hacienda iba a ser Ricardo Peirone. ¿Saben por qué? Porque Peirone era funcionario del interventor Jorge Fernández en el área de Hacienda y Fernández justamente había nominado a Néstor Leonardi para intendente. Peirone estaba en el Ejecutivo de la Intervención, pero ya había anunciado que trabajaba para el triunfo de Perotti. En criollo: Perotti tenía equipo y dio vuelta la carta cuando era necesario, porque Peirone no era cualquier nombre: era un profesional brillante en su actividad y un cuadro político que venía de pagar con muchos años cárcel y torturas su militancia en los años '70, lo que para no pocos rafaelinos era -a no engañarse- un cóctel de pesada digestión. Peirone, que ya asesoraba a empresas de primer nivel, también tenía militancia barrial y colaboraba en la organización de la COPROVI, el primer intento serio de una organización no gubernamental de acercar soluciones a la demanda de vivienda desde el esfuerzo propio. De la COPROVI nació el actual barrio Virgen del Rosario. Peirone le cerraba a todos. Señal. De eso se trataba.

Si la inseguridad es el gran tema de la campaña, ¿por qué no presentar ahora en sociedad al hombre que será el referente en el tema? ¿Está ese nombre o es una ficha suelta sin dueño? Y si la tormenta arrecia en el horizonte cercano y la orquesta sigue tocando en el Titanic, ¿por qué no pedirle al profesional que pinta para hacerse cargo de la estratégica Secretaría de Hacienda que vaya exponiendo qué es lo que sabe de cómo están los números del municipio y cuáles son las proyecciones para lo que viene? La presunción a la que adhiere quien esto escribe es que esas personas, esos nombres propios, no están. Y que sí, aparecerán si Leonardo Viotti es el nuevo intendente. La pregunta que subyace es: ¿será a tiempo? ¿Y si el que ahora pinta para el puesto ve los números y se asusta?

Los interrogantes podrían extenderse mucho más, claro está. Lo que sobresale es que el gran déficit de una campaña impecable que ha tenido Viotti hasta ahora no es lo que mostró a la luz pública, sino lo que dejó de mostrar. Un candidato perfecto tendría probablemente los mismos diagnósticos y parecidos proyectos que Viotti y Unidos para Cambiar Santa Fe, pero los habría fundamentado con otro rigor. Al diagnóstico y a las soluciones. Con los ordenanzas que manejan la cocina de los comités no alcanza para llevar a buen puerto una nave de la que dependen servicios esenciales: el capitán puede tener el mejor pulso para llevar al timón, pero sin vigías atentos en la proa y sin los especialistas indicados en la sala de máquinas, no habrá vocación que lo salve del naufragio.

¿Entre los votantes de la ciudad hay quienes hilen tan fino? La gran mayoría no. Pero si desde el oficialismo repiquetean con la advertencia de un salto al vacío, ¿para qué dejar abierto el flanco? En el entorno del candidato hay explicaciones: muchos no quieren dar la cara antes de tiempo. Y es comprensible, en tiempos en que las redes antisociales exponen honras y méritos en el barro de la difamación. Pero sería hora de que la muestren.

Toda la carne en el asador

Del otro lado, el oficialismo. Se puede decir que los responsables de la campaña previa a las PASO chocaron el Falcon. No, no era una Ferrari, pero por lo menos el auto te llevaba sobre el pavimento, lento pero seguro. Si, la dirección estaba dura, el motor quemaba aceite y las suspensiones estaban un poco flojas. Nada que una temporadita en el taller no solucionara. Pero el dueño no escuchó ninguno de los ruidos ni miró el tablero de indicadores. Iba ojeando el celular y de golpe se le cruzó el elefante de la derrota. Pegó el volantazo, se fue a la cuneta y por ahí anda, "escarbando" en el barro, revisando si tiene el cinturón puesto y tratando de volver al pavimento. Porque adelante está la alcantarilla y si pega ahí, el domingo, no hay airbag que lo salve.

También hay un diario del lunes para leer en la ominosa derrota de las PASO. No se sabe si alguien le avisó a Castellano que el Falcon estaba necesitando pasar por el taller urgentemente. Pero si hay algo seguro: al intendente no le gustan las noticias que contradigan sus certezas más aŕraigadas. Los mensajeros que portan las advertencias más realistas suelen ser confundidos peligrosamente con enemigos agazapados. Sobran los casos de tales portadores que terminaron en el destierro siberiano, escondidos en alguna oficina opaca en el peor de los casos, o con acceso restringido al despacho "del Luis".

Con el diario del lunes, los observadores creen que ese rasgo de Castellano -agravado en el tercer mandato- lo aisló de las señales que debieron indicarle la urgencia de las rectificaciones. Por eso "no vio venir" los escándalos sucesivos en Protección Vial y Comunitaria; y antes en la situación generada con equipos de trabajo ruinosos para el personal. Pero tampoco vio la resistencia creciente en algunas vecinales -barrio Italia, emblemático-, ni el deterioro de la relación con los concejales propios, que ostensiblemente dejaron de defender su gestión. El problema central no está en la gestión propiamente dicha. Como pasa en todo gobierno que desconfía de los que advierten rasgos negativos, ganan protagonismo los optimistas. Eufemismo, gente: si no escuchás a los que te avisan, crecen los obsecuentes. Por algo el que avisa no traiciona...

¿Qué cambió en el oficialismo desde las PASO? Toda la estrategia de campaña. ¿Se hacía hincapié en lo hecho hasta ahora? Afuera! Entra todo lo que queda por hacer y los proyectos nuevos. ¿Se mezquinaron carteles y publicidad gráfica en la calle? Afuera! Desde el 11 de agosto en cada cuadra del macrocentro hay por lo menos un cartel de algún candidato del oficialismo. ¿Perfil bajo de Perotti? Afuera! Alta exposición del gobernador, guste a quien le guste. ¿Juegan en la campaña sólo los fieles de toda fidelidad? Afuera! Ardieron los teléfonos de los "heridos" y olvidados de la gestión, porque todo suma.

En ese poner toda la carne en el asador hay errores, que algunos interpretan como excesos y otros como abusos. No se ponen los chinchulines al mismo tiempo que el matambrito de ternera, cada cosa lleva su tiempo. Tampoco se mezcla la Biblia con el calefón. En algunos esfuerzos de campaña de última hora parece que todo vale y no todo vale. Si las hilachas quedan a la vista, se nota.

La gran incógnita es saber si en el humor del votante la hiperactividad del oficialismo en los últimos dos meses pesa como la resurrección de un gigante dormido o se interpreta como el manotazo del ahogado que está tragando agua. Persisten otras incógnitas. ¿Los cambios en la estrategia de campaña entran en la convicción íntima del votante? ¿Hay conciencia de la magnitud de los errores que se cometieron en la gestión, fundamentalmente en ese dejar pasar las advertencias, en la toma de distancia con la base de empleados que forma parte del motor que pone en marcha al municipio y sus servicios? ¿Hay voluntad sincera de cambio? Si a Viotti se le reclama por el equipo que no mostró, a Castellano también le cabe el reproche de no haber dado señales claras de que comprendió lo profundo del mensaje de las urnas.

Hay dos candidatos que aparecen en segundo plano, en una elección con clarísima tendencia a la polarización. "Lalo" Bonino no logró recoger las semillas que sembró en su época de oro en el PRO. O sí, sólo que en todo caso los frutos saben amargos. Depende demasiado del efecto Milei para mover la aguja y nada indica que la tendencia de las PASO cambie drásticamente ahora. Con matices, la doctora Mónica Schmützler padece el mismo síntoma, el de ocupar un discretísimo lugar de reparto en una obra cuyos actores principales son otros.

 

La moneda está en el aire. El domingo hablarán los votos y el soberano dará su veredicto.

 

Elecciones Rafaela 2023 Luis Castellano Leonardo Viotti

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