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Judiciales

EXCLUSIVO: Dictaron prisión preventiva a los dos sospechosos de una millonaria salidera bancaria en Rafaela

Las audiencias imputativa y cautelar finalizaron cerca de las 21 de este martes. Pese a que el delito fue calificado como "hurto simple", el juez Bumaguin dejó preso a los imputados por 90 días. El testimonio de las víctimas, clave en la de
Agrandar imagen Momento de la audiencia de la noche de este martes.
Momento de la audiencia de la noche de este martes.

El viernes 24 a las 10:11 de las mañana, las cámaras del Centro de Monitoreo captaron a un sujeto que interceptó a una niña de 13 años en la ciclovía detrás de la vecinal del barrio Fátima, y le arrebató un celular Motorola. Nadie lo supo en ese momento, porque las imágenes fueron recuperadas luego de la denuncia que efectuó la madre de la víctima. Por eso el supuesto autor del hecho, identificado como Pablo Álvarez Morel, no tuvo problemas en llegar al centro de la ciudad para encontrarse con un tal Damián Chávez, que cerca del mediodía andaba merodeando la zona bancaria.

Chávez manejaba una Honda Wave gris, con llantas y guardabarro de color violeta. Entre los dos "ficharon" los movimientos de Luciano Beninca, un empresario que se dedica a la fabricación de ascensores y tiene su empresa en el barrio Sarmiento. Beninca, de 79 años, retiró 7 millones de pesos en efectivo del Banco Macro y cruzó la calle dificultosamente -por su edad, tiene problemas de movilidad- para llegar hasta el Banco de Santa Fe, y hacer algunas operaciones. Para cuando se retiró de la segunda entidad bancaria, llevaba algo más de cinco millones de pesos, en dos bolsas.

Ese dinero era para pagar las quincenas de sus empleados. Subió a su camioneta, sin imaginar que los dos sujetos lo iban a seguir hasta Congreso al 200, donde terminaba su recorrida. Con estupor observó como uno de los sujetos, Alvarez Morel, abrió la puerta del lado del acompañante y se apoderó de una de las bolsas, en cuyo interior había 4 millones de pesos. Los dos desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos, pero dejaron en Beninca una sensación de impotencia que no lo deja dormir en paz desde entonces. A Jazmín, la niña a la que le arrebataron el celular, le pasa lo mismo.

Uno de los abogados defensores en el momento de cuestionar evidencias aportadas por el fiscal.
Uno de los abogados defensores en el momento de cuestionar evidencias aportadas por el fiscal.
Hurto simple, el delito menos castigado

Los detalles de ambos casos fueron ventilados en la tarde-noche de este martes, en una audiencia doble en la que el fiscal Guillermo Loyola primero imputó a los dos sospechosos, y luego pidió -en una segunda audiencia, de medidas cautelares- la prisión preventiva para ambos: Chávez fue asistido por el abogado particular Juan Degiovanni y Álvarez Morel por la profesional del servicio público de defensa penal, Georgina Alassia.

Hubo un extenso debate de las partes. Es que la figura del hurto simple es la más común en el caso de los delitos contra la propiedad: implica reconocer que no se empleó fuerza ni violencia para cometer el ilícito. No hubo armas, no se forzaron cerraduras, no se violentaron puertas, no se saltaron tapiales. Un hurto simple tiene una expectativa de pena que va de un mes a dos años de prisión, máximo que no ingresa en la escala que amerita el dictado de una prisión preventiva.

Sin embargo, hubo algunas consideraciones claves para el juez Bumaguin. Alvarez Morel estaba cumpliendo medidas alternativas desde principios de abril, tras haber sido acusado de un hurto calificado: en un arrebato, la mujer que resultó víctima había sufrido una fractura. Pero además, los cuatro millones de pesos nunca aparecieron, y la moto empleada para el ilícito tampoco, pese a que la misma fue identificada fehacientemente por cámaras de seguridad que siguieron el derrotero de los delincuentes detrás de la estela de la camioneta de Beninca, desde el centro hasta el barrio Sarmiento.

La palabra de las víctimas

La clave del caso fue el duro testimonio de las víctimas. Beninca en especial, que relató sin ambigüedades y con toda crudeza el sentimiento de indefensión que le dejó el hecho. "Les quiero ver la cara a estos sinvergüenzas y delincuentes", disparó, cuando le dieron la palabra, derecho al que pueden acceder todas las víctimas. "He perdido la tranquilidad, no puedo dormir. Los veo a estos tipos corriendo al lado de la camioneta. Me robaron el sueldo de los empleados: cuatro millones de pesos me robaron estos sinvergüenzas. Un viernes a la tarde, tuve que salir a pedir plata prestada para no dejar a mis trabajadores sin el dinero que habían ganado trabajando", aseguró.

Enseguida, la mamá de Jazmín dio un testimonio parecido, reflejando la impotencia de las víctimas: su niña no solamente tiene problemas para conciliar el sueño, también tiene miedo de ir a la escuela. Luego de un primer testimonio luego de la imputación, y tras escuchar dos horas extensas de debate, Beninca volvió a la carga al final de la larga jornada judicial y esta vez la emprendió contra los abogados defensores. El juez Bumaguin tuvo que llamarlo severamente al orden y literalmente hacerlo callar, dado que Beninca entró en consideraciones inapropiadas en el marco de un proceso judicial. El magistrado le recordó que los abogados defensores cumplen con un rol en la administración de Justicia, y además pidió disculpas a los profesionales, que lógicamente trataron -durante el debate- de cuestionar los argumentos de la Fiscalía, como sucede en todos los procesos penales.

En definitiva, Bumaguin consideró probada la materialidad del hecho, así como juzgó que las evidencias encontradas hasta ahora en la investigación son suficientes para vincular a los imputados con el caso; en tanto que también estimó que existen peligros procesales ciertos si los sospechosos recuperan la libertad. No obstante, la investigación continuará su curso, y los imputados continúan siendo inocentes hasta que se pruebe su culpabilidad en un juicio.

 

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