Nuestro país celebra 40 años de vida democrática de manera ininterrumpida. Para los más jóvenes puede resultar una normalidad, sin embargo, para una gran parte del pueblo argentino significó un gran esfuerzo, porque el camino para llegar hasta aquí no fue llano, ni libre de obstáculos y momentos de tensión.

Como ciudadanas y ciudadanos, creemos oportuno detenerse y hacer un balance; sopesando lo positivo y lo negativo, lo ganado y lo adeudado; pero como ejercicio para aprender de los errores para subsanarlos, enmendar las heridas y mejorar la convivencia.

Perdimos cuando la realidad nos enfrenta a la mitad de nuestro pueblo viviendo en la pobreza. Perdimos cuando nuestros niños y jóvenes abandonan las escuelas y el sistema educativo muestra signos de atraso. Perdimos cuando en nuestros barrios crece la inseguridad, muchas veces a causa de los problemas del delito y el narcotráfico.

En contraposición, hemos avanzado, a partir del reconocimiento a la libertad de expresión como un derecho de todos; en la libertad religiosa, el respeto y reconocimiento de las minorías y de la igualdad de género. Sin dudas que hemos crecido en estos aspectos, pero aún debemos poner mayor empeño para fortalecerlos.

En este devenir, el futuro exige de todos, y en particular de quienes ejercen un rol dirigencial, la búsqueda de caminos para una auténtica concertación nacional, tantas veces reclamada y declamada. Es un imperativo establecer, a través del diálogo y el consenso, las políticas de Estado que nos lleven a saldar las deudas pendientes de la democracia, como la pobreza, la educación, la seguridad, el medio ambiente y la corrupción.

Creemos firmemente en el sistema democrático como aquel que, no libre de imperfecciones, nos permite convivir y ser Nación. Al mismo tiempo, asumimos el deber de aportar para su fortalecimiento, revalorizando el oficio político como aquel orientado al servicio del bien común. Servicio que exige del acompañamiento de la sociedad de la cual son parte nuestros políticos, pero también del fuerte compromiso de servicio a ésta por aquellos que asumen esa misión.

Como espacio de diálogo, apelamos una vez más a encontrar aquello que nos une en contraposición a lo que nos divide, a través del debate respetuoso de las ideas, sin agresiones ni descalificaciones.

Nuestro pueblo anhela una democracia que garantice los derechos de todas y todos los ciudadanos, en paz y con justicia social. Asumamos ese compromiso, celebrando con más y mejor democracia.